Como complemento a la anterior entrada de este blog, y con la misma sinceridad con que dije y escribí lo que en ella se contiene, reproduzco a continuación las siguientes líneas:
El pasado jueves 30 de junio asistí, en el IES SÉNECA, a mi último claustro como profesor. Al llegar al apartado de ruegos y preguntas, el señor director cedió amablemente la palabra a los profesores que nos jubilamos este año, y al llegar mi turno dije que agradecía a mis compañeros, y a todos los profesores y alumnos que tuve y he tenido en este Instituto, su cariño y su comprensión durante todos estos años; también les pedí perdón por las veces, que sin duda han sido bastantes, en que no he estado a la altura que debía en lo personal o en lo profesional, y terminé diciendo que esa misma noche se me había aparecido el "espíritu del Séneca" que tan bien conocemos quienes hemos trabajado en esa casa, y que me había dictado la siguiente paráfrasis de una letrilla de Góngora, que escribí inmediatamente y que ahora os reproduzco:
ÁNDEME YO CALIENTE
Ándeme yo caliente
Y ríase la gente.
Traten otros del Gobierno,
de claustros y tutorías,
mientras se olvidan mis días
de las TIC y del cuaderno,
y váyanse pronto al cuerno
el cero y el suficiente,
y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla
la señora delegada;
¿Que quiere ser diputada
con un escaño en Sevilla?
¡Yo quiero vida sencilla
rodeado de buena gente!
y ríase la gente.
Cuando haya que celebrar
reunión de Departamento,
yo pasaré ese momento
tomando café en un bar,
o a la orillita del mar
bajo el sol que más caliente,
y ríase la gente.
Pida con cara de bueno
el inspector más papeles;
yo viajando y en hoteles,
–de competencias ajeno–
viviré mi vida lleno
de júbilo y aliciente,
y ríase la gente.
Adiós, claustros prolongados,
notas, guardias, correcciones,
exámenes y evaluaciones,
firmas, partes y tinglados;
que van quedando atrasados
mis trabajos de docente,
y ríase la gente.
Pues la Junta fue tan cruel
que nos recortó la paga,
ahora seré yo quien le haga
dura guerra sin cuartel.
He trabajado muy bien
casi treinta y ocho años;
pues sepan esos tacaños
que viviré hasta los cien.
De modo que pensionista
cuatro décadas seré,
que preparen el parné
mientras tal plazo persista.
He ejercido la enseñanza
con mucha y muy buena gente,
cariñosa y eficiente
que se ganó mi confianza.
Vivamos con esperanza,
disfrutemos del presente…
¡¡¡Y ríase la gente!!!