domingo, 28 de febrero de 2016

Sobre el padrenuestro sacrílego de Colau

El Padrenuestro sacrílego de la Colau es eso, una versión sacrílega del Padrenuestro, que ofende las creencias y sentimientos de la gente que se proclama católica, yo entre ellos. Vaya eso por delante.


Pero decir lo que dijo esa fulana no es delito. Desde el punto de vista religioso es pecado, pero dudo mucho de que eso le preocupe lo más mínimo a esa hija de su madre.

Hace unos meses asistí a una conferencia de un catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado que dejó las cosas muy claras. Él es católico practicante, que conste, y dijo lo siguiente:

Hacer una ofensa en la calle o en un local a cualquiera de las creencias de alguien puede ser un acto de mal gusto, un afán de provocar y todas esas cosas, pero no es delito penal, es ejercicio de la libertad de expresión. Estoy de acuerdo: a mí me molesta que una hija de su madre ofenda mi fe, pero eso no merece una sanción administrativa ni penal desde mi punto de vista (ni desde el de la ley, que es el que ahora cuenta).

Otra cosa es cuando la ofensa se hace en el interior de un recinto religioso (iglesia, capilla, mezquita, sinagoga). Entonces -dijo el conferenciante- sí es un delito tipificado en el Código Penal, porque atenta contra un derecho fundamental de las personas recogido en la Constitución: la libertad religiosa. Leer o recitar el Padrenuestro blasfemo en una iglesia sí sería delito, como lo es atarse a la Cruz del Cristo que hay en la Catedral de la Almudena (lo hicieron dos zorras de Femen) o lo que hizo la hija de puta de la portavoz del Ayuntamiento de Madrid en una capilla de la Universidad: eso es delito tipificado en el Código Penal, ya que es un atentado contra la libertad religiosa de otros.

El mismo conferenciante, hablando de aconfesionalidad y laicismo, además de explicar las diferencias entre estos dos conceptos, señaló que por ejemplo en un Juzgado no debe haber Crucifijos (ni estrellas de David ni medias lunas), porque debe ser un lugar explícitamente neutral. ¿Y en los colegios y hospitales públicos? Dijo algo muy claro, que algunos de mis lectores no aceptarán: aunque no hay ninguna ley que ordene quitarlos ni mantenerlos, él veía racional, lógico y respetuoso que no se pusieran donde no los hay, pero que no se quitaran de donde están ya puestos. Lo veo muy sensato, aunque -repito- algunos de quienes me leen no compartirán este criterio.

Termino con dos observaciones:

1. Habrán observado que de vez en cuando he entreverado mi post de juicios y valoraciones sobre personas. Alguien las puede considerar ofensivas, pero son un ejercicio de mi libertad de expresión que no constituye delito (si se ofende el aludido /-a, que se aguante como yo me he aguantado con deportividad ante el Padrenuestro blasfemo). Puede ser -como el citado Padrenuestro- mala educación o mal gusto por mi parte, pero eso no es un problema jurídico.

2. Estoy seguro de que la fulana que hizo ese Padrenuestro no tendría ovarios para hacer una versión análoga de cualquier sura del Corán. Porque, a la vista de lo que estoy viendo, el autodenominado progresismo (todo lo que hay desde el PSOE hacia la izquierda, con retazos de C's y nacionalistas), la tolerancia religiosa consiste en insultar y ofender a la Iglesia Católica en nombre de la libertad de expresión, y en respetar escrupulosamente al Islam en nombre del multiculturalismo.

He dicho.

(Publicado en mi cuenta de Facebook el 19 de febrero de 2016)

Apuntes de un profesor en la recta final (1)

Esta mañana he terminado mis clases con una hora de ese bodrio didáctico de la Logse llamado "Proyecto" en un grupo de unos quince alumnos de 4º de ESO. Como me parece una pérdida de tiempo, dedico esa hora semanal, que ni siquiera lleva nota a final de curso, a actividades de mi materia por supuesto, pero en un tono y un ambiente más desenfadado y más relajado. Y así, pasamos la hora leyendo poemas y relatos y comentándolos después, sólo de viva voz, con el grupo de alumnos que me tienen que aguantar a esa hora.


Hoy, en el último cuarto de hora, se me ha ocurrido ponerle un poema de Benedetti, que se titula Te Quiero y que muchos de mis amigos de Facebook conocerán. Pero no les he dado el texto de primeras, sino que he abierto el ordenador y les he mostrado dos YouTube en los que se canta ese poema; en el primero son Los Sabandeños, en el segundo Nacha Guevara. Antes de darle al play por primera vez les he explicado quién fue Mario Benedetti, cómo y cuándo hizo ese poema, en qué circunstancias estaba su país, Uruguay, cuando él lo escribió... Y le he dado al play.

Desde el principio los chicos se han sentido electrizados por la la canción, cuyos versos -en la versión de Los Sabandeños- aparecían sobreimpresionados en la pantalla, que ellos miraban fijamente.

"¿Se puede aplaudir?" ha preguntado uno al terminar la canción. Le he dicho que no.

Luego he repetido la canción, esta vez en la voz inigualable de Nacha Guevara. Y otra vez sus ojos se han pegado a la pantalla, en la que yo había puesto el texto del poema mientras sonaba la cantante.

Ha tocado el timbre justo al acabar la canción. Y varios de mis alumnos han salido cantándola por los pasillos: al oírlos he sentido una alegría interior inmensa. Porque que unos chicos salgan de una clase que en teoría les importa un bledo -ya digo, no tiene nota- cantando una canción que de nada conocían, es más de lo que puede esperar este profesor de Secundaria que, a estas alturas de su vida, poco tiene que ofrecer y que se bate ya en retirada del campo de batalla de la docencia.

Y os he querido compartir esta emoción, que ha justificado un día más mi acierto al elegir la profesión de la docencia de adolescentes que, como he dicho muchas veces, es el trabajo más bello del mundo. Os dejo con el enlace de Nacha Guevara cantando Te quiero. Y buenas noches.


(Publicado en mi cuenta de Facebook el 25 de febrero de 2016)